Mis tres días en Belfast y alrededores. Día 1

The dark Hedges, Carrick a-rede-rope-bridge, la Calzada del Gigante y el Castillo de Dunluce

Aprovechando que llegamos a Irlanda del norte entre semana, ya que en España era un puente festivo, decidimos dedicar los días laborables para realizar las excursiones y evitar así las aglomeraciones en los puntos de mayor interés turístico. De esta forma, el primer día tras un buen desayuno nos dispusimos a recoger el coche, reservado desde España via online, a las 9am en la empresa de alquiler que se encontraba a 10 minutos andando de nuestro hotel, y pusimos rumbo a nuestra primera parada del día: The dark hedges (situada en la carretera Bregagh Road, a 1h de Belfast).

Nuestra primera visita en Irlanda del Norte no nos decepcionó. The dark hedges es un lugar único y uno de los fenómenos naturales más fotografiados de esta región. Se trata del camino de entrada a una mansión de estilo georgiano cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Su particularidad reside en las 150 hayas añejas que flanquean el sendero y que fueron plantadas tan cerca las unas de las otras que sus ramas compiten por alcanzar la luz del sol, curvándose y retorciéndose, creando un juego de luces y sombras que confiere un aire misterioso a la vía. Esta impactante entrada fue ideada en su momento para impresionar a los visitantes de la mansión, conocida como Gracehill House. Ni en sus más ambiciosos sueños hubieran imaginado sus dueños la repercusión que llegaría a alcanzar esta propiedad. A día de hoy, the dark hedges es uno de los paisajes más visitados de la región, encontrándose en el listado de los 12 mejores roadtrips de UK & Ireland según la web de viajes por carretera www.continentalroadtrip.com. A tan mágico lugar no podría faltarle una intrigante leyenda, protagonizada en este caso por la Dama Gris. Cuenta la tradición local que el enigmático espectro de esta dama vaga entre las sombras del sendero, desvaneciéndose al traspasar el último árbol. Por si esto no resulta suficientemente escalofriante, en la noche de Halloween los espíritus atormentados que descansan en un cementerio cercano, acompañan a la dama en su triste paseo. Aunque la identidad de la dama Gris se desconoce, se especula que podría tratarse de una criada de la mansión que murió en extrañas circunstancias, o incluso la hija de uno de los dueños que ha tenido la propiedad.

La visita a Dark Hedges no te entretendrá demasiado. Si vas a primera hora de la mañana suele estar menos concurrido y puedes aparcar el coche al principio del camino en un pequeño tramo más ancho al lado de la carretera. Nosotros no encontramos demasiada gente y pudimos pasear y hacer fotos con tranquilidad. Vale la pena atravesar andando toda la avenida y acercarse a la mansión que se encuentra al final, aunque sea para echar un vistazo rápido desde su jardín de entrada.

Una vez de vuelta al coche nos dirigimos al puente colgante Carrick-a-rede-rope-bridge, a unos 20 minutos de The Dark Hedges.

Este curioso puente une la tierra con un pequeño islote en el mar que alberga una modesta cabaña de pescadores. Se tarda aproximadamente una hora en hacer todo el recorrido de ida y vuelta caminando partiendo desde el parking, aunque hay que tener en cuenta que el puente es muy estrecho y se forman colas para cruzarlo. Desde las taquillas nace un sendero que te lleva hasta su inicio, donde os encontraréis un par de empleados que regulan el paso, cada uno en un extremo. Seguramente deberéis esperar un poco para atravesarlo, nosotros tuvimos suerte y tras poco más de 10 minutos nos dispusimos a cruzar el oscilante puente. Una vez en el otro lado no encontrareis mucho que hacer, ya que solo está la cabaña de pescadores y generalmente está cerrada. De todas formas, la gracia del lugar está en el puente en sí, en la impresión de cruzar sus 20 metros de longitud a unos 25m de altura sobre un mar embravecido cuyas olas rompen contra las paredes de los acantilados, y las vistas a la costa desde ambos lados.

Después de nuestra experiencia sobre el puente hicimos una parada para comer. Los alrededores de la calzada del gigante suelen tener precios más elevados por ser el reclamo turístico principal de la zona, así que decidimos comer en el primer bar que nos llamara la atención cerca de donde nos encontrábamos.

Paramos en Fullerton Arms Inn, un típico bar irlandés que, como descubrimos después, es bastante conocido por tener en la entrada una de las puertas de la serie Juego de Tronos, en concreto la número 6.

Unos mejillones especialidad de la casa y unas hamburguesas después salimos hacia nuestro siguiente objetivo: la calzada del gigante, a unos 15 minutos en coche del puente colgante.

Este fenómeno natural único fue descubierto en 1693, y hasta un siglo después no se demostró su naturaleza volcánica. Hasta el momento se especuló sobre los posibles orígenes de estas columnas de piedra tan peculiares, considerándose causas naturales, humanas (se llegó a pensar que habían sido talladas con picos y cinceles) e incluso la intervención de un gigante, como su nombre sugiere.

Con la tecnología actual se ha podido evidenciar que este sendero compuesto por columnas de roca basáltica tienen su origen en la intensa actividad volcánica que tuvo lugar en el condado de Antrim hace 60 millones de años. La lava proveniente del interior de la tierra se abrió paso a través de las fisuras formando una extensa meseta en la que se pueden distinguir restos de 3 diferentes periodos de actividad volcánica materializándose en basaltos bajos, medios y altos. Los basaltos medios son los responsables de la formación de las famosas columnas de la Calzada. Su forma, en su mayoría hexagonal, se debe al rápido enfriamiento y posterior contracción de la lava.

Además de estas famosas columnas, en la zona también se pueden distinguir otras formaciones curiosas de origen volcánico como el órgano, la joroba del camello, el arpa o la chimenea. Si haces la visita con audio-guía te irán indicando la localización de todas estas estructuras para que puedas visualizarlas fácilmente.

El nombre con el que se conoce a este tramo de costa tiene su origen en una leyenda local. Ésta cuenta que en Irlanda vivía un gigante llamado Finn MacCool, que era relativamente pequeño para su especie. Al otro lado del mar, en Escocia vivía su gigante rival llamado Benandonner. Los dos gigantes se retaron a gritos desde sus respectivas costas para una competición de fuerza. Finn, el gigante irlandés se encargó de la construcción de un camino que uniera los dos países para hacer posible su disputa. Después del duro día trabajando en la creación de la calzada, llegó tan cansado a su casa que se quedó dormido. Cuando el gigante escocés fue en busca de su rival, la mujer de Finn, al ver el enorme tamaño de Benandonner y darse cuenta de lo descompensada que iba a ser la competición, cubrió a su marido con una manta y un gorro como si fuera un bebé. Cuando el escocés preguntó por el paradero de Finn, la mujer le pidió que bajara la voz dándole a entender que iba a despertar al niño. Benandonner, impresionado por el tamaño del bebé, huyó espantado destruyendo el camino construido a su paso, imaginando el tamaño que debía de tener el padre de tal criatura. La verdad es que la leyenda resulta curiosa, sobre todo porque no deja muy bien a los dos gigantes, aunque al menos la astucia irlandesa queda patente en la figura de la mujer de Finn.

Este increíble paraje natural declarado Patrimonio de la Humanidad es una de las visitas imprescindibles si viajas a Belfast. Como os comentaré en el post de preparativos del viaje a Irlanda del Norte, hay diferentes maneras de llegar hasta ahí, y también una forma de no tener que pagar entrada (tranquilos, es totalmente legal 😉 ).

Para los amantes de la naturaleza, este tramo de la costa irlandesa resultará asimismo interesante por su importante y poco común fauna (especialmente especies raras de aves) y flora (distintos tipos de helechos y algas difíciles de encontrar en otros lugares).

Además de la calzada, todo el paisaje que lo rodea es impactante. Una vez en el centro de visitantes donde se localiza el inicio de la ruta, encontrarás diferentes senderos. Uno principal amplio y asfaltado por el que podrás pasear sin problemas incluso si viajas con niños, y otros secundarios que conectan con el primero por los que puedes llegar a zonas más alejadas de la costa o volver ascendiendo por el acantilado. Aunque este camino de vuelta es más duro debido a los empinados escalones que tienes que salvar, sin duda vale la pena recorrerlo para tener una perspectiva diferente de la calzada.

Una vez completado todo el recorrido, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino del día: el castillo de Dunluce, situado a unos 10 minutos en coche de la calzada. Cuando llegamos estaba cerrado, pero aun así valió la pena acercarse para verlo por fuera. Se trata de un castillo medio derruido situado junto a un acantilado. Su misterioso aspecto ha sido utilizado para ambientar diversas películas y series, entre ellas cómo no, Juego de Tronos. Incluso formó parte, junto a la calzada del gigante, de la ilustración de un disco del famoso grupo de rock británico Led Zepellin.

Este castillo tiene una larga historia. Ha pasado por diferentes manos, habiendo habitado en él tanto irlandeses, como británicos y escoceses. En sus mejores tiempos fue un bastión defensivo y en él han sido además encontrados restos de objetos de lujo para la época, que reflejan la influencia y el poder que en su día debieron poseer los dueños de la propiedad. También parte de la historia de España ha vestido este impactante castillo, ya que sus muros han sido defendidos por cañones extraídos de un barco de la Armada hundido frente a la costa. Como era de esperar esta fortaleza tampoco está exenta de mitos y leyendas. La tradición local habla de dos fantasmas que habitan entre sus derruidas torres. El de un capitán inglés que perdió el castillo a manos de los irlandeses y fue colgado de la que ahora se considera su torre encantada. Y el fantasma de la única hija de uno de los señores que ha tenido el castillo, que fue encarcelada por su propio padre en una de las torres por rehusar casarse por conveniencia. Cuentan que Maeve, Roe, que es como se llamaba la joven, intentó huir con su verdadero amor en una barca por la cueva de la sirena (situada bajo el castillo) muriendo ambos en el intento ahogados tras ser proyectados contra las paredes del acantilado por el fuerte oleaje. El fantasma de Maeve sigue vagando en la que fue su torre carcelaria.

Otro mito relacionado con el castillo es el derrumbamiento de gran parte de la cocina del castillo sobre el mar, con todo el personal encargado de preparar y servir la cena en su interior. Cuentan que este fue el motivo por el que la familia McDonnell, aún hoy dueña del castillo, lo abandonó trasladando su residencia al castillo de Glenarm.

Como os decía, nosotros no llegamos en el horario de visita del castillo, pero las vistas desde fuera ya son suficientemente impresionantes. Puedes dar un vuelta por su alrededor y bajar por unas escalinatas que llevan a la cueva de la sirena. Además un poco más adelante, en la carretera encontrareis un mirador desde el que tendréis una mejor panorámica del castillo junto al mar.

Con esta última parada en el castillo de Dunluce habíamos completado nuestra lista de objetivos principales del día. Nos planteamos durante un momento la posibilidad de acercarnos a Londonderry. Queríamos aprovechar el viaje al máximo pero pensándolo bien nos quedaba a 50 minutos del castillo y después tendríamos aún que recorrer 1h30 de vuelta, por lo que decidimos volver directamente a Belfast.

Empezamos nuestra primera noche en la ciudad tomándonos una merecida pinta en The Crown Liquor Saloon, uno de los pubs más antiguos y bonitos de Belfast. Para cenar es necesario reservar con antelación puesto que suele estar muy concurrido y la cocina además cierra pronto. Pero es muy buena opción para tomarse una cerveza o una copa a cualquier hora del día o de la noche. Su interior es realmente llamativo, de estilo victoriano. Contiene delicadas vidrieras y todas las columnas y los 10 reservados o “snugs” con los que cuenta tallados en madera por artesanos italianos llegados a Irlanda del Norte para participar en la construcción de iglesias. Cuentan las malas lenguas que Flanagan, dueño del local y católico, discutió con su mujer protestante sobre el nombre que debían darle al bar. La mujer acabó ganado la discusión y dio nombre al conocido salón en honor a la monarquía británica. Flanagan, como pequeña venganza colocó el mosaico de la corona en el suelo de la entrada del local, de forma que todo el que entra tiene que pisarla.

Como os decía, si quereis cenar en el Crown tendréis que reservar con antelación. Nosotros no fuimos tan previsores y cuando finalmente conseguimos sentarnos en uno de sus snugs, ya habían cerrado cocina. Acabamos cenando en Fratelli, un restaurante italiano situado en la misma calle y de copas en el pub Robinson´s, a un paso del Crown. Este bar también merece una visita. Obviamente no tiene nada que ver con el estilo del anterior pero en la sala del fondo, separada de la zona más tranquila, suele haber música irlandesa en directo prácticamente todas las noches y está muy animado.

 

A continuación os dejo un mapa con el recorrido que hicimos durante este primer día de excursión por los alrededores de Belfast. Tranquilos, que el tiempo que marca es el trayecto completo de ida y vuelta.

 

 

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