Descubriendo Belfast y sus alrededores en 3 días

Si estás buscando destino para una escapada de dos o tres días por Europa, Belfast puede ser una buena candidata. A unas 3 horas en vuelo directo low cost desde Alicante y algo menos desde Madrid o Barcelona, se encuentra esta pintoresca y acogedora ciudad. La capital de Irlanda del Norte ofrece muchas opciones para mantener ocupados a sus visitantes. Su tamaño además es idóneo para poder llegar caminando a prácticamente todos sus puntos de interés, resultando muy cómoda para pasar un fin de semana sin complicaciones.

Debido a las marcas aun latentes de su conflicto político, sus barrios protestante y católico recuerdan vagamente, y salvando las distancias, a Berlín. Una buena forma de entender mejor su sangrienta historia de enfrentamientos es a bordo de uno de sus famosos taxis negros. Sus conductores/guía te acercarán a estos barrios que componen la parte más gris de la ciudad donde, a pesar de los años transcurridos, aún se respira tensión política. La visita a los murales reivindicativos pintados sobre las fachadas y el muro que todavía separa estos barrios es uno de los imprescindibles de la ciudad.

A pesar de que Belfast es más conocida por esta parte de la historia reciente más oscura, también ha vivido épocas florecientes como una de las ciudades más punteras en industrialización. Una muestra de ello la encontramos en el museo del Titanic, erigido sobre el astillero donde fue construido. Su impresionante arquitectura despunta sobre la bahía, imitando con sus placas de aluminio la forma y tamaño de la quilla que tuvo el buque y los reflejos de las olas y el hielo. En 6 plantas recorrerás la historia de su construcción y hundimiento, verás representaciones a tamaño real de sus camarotes y podrás visualizar su posición y estado actual.

Para descansar de tanta información, no hay nada mejor que pasear por el barrio de la catedral, uno de los más animados de la ciudad. Caminando sin rumbo entre sus casas encontrarás curiosos callejones con muestras de arte urbano, luces, y todo tipo de restaurantes y bares, algunos de ellos con pequeñas terrazas en su interior. Los irlandeses son gente muy sociable y se palpa en el ambiente de sus calles y sus concurridos locales, donde tanto jóvenes como mayores disfrutan de una bebida amenizados con música en directo.

Sin embargo, no pienses que ya has visto todo lo interesante de Belfast. En su centro moderno te espera su imponente ayuntamiento, un edificio sobrio y elegante que contiene exposiciones gratuitas sobre la historia y evolución de la ciudad. Acércate a ver el reloj situado en la plaza de la reina, conocido como Albert Memorial Clock. Su particularidad reside en el parecido con el Big Ben y especialmente por encontrarse inclinado debido al terreno pantanoso sobre el que fue construido. La universidad de Queens, aunque algo alejada del centro, también merece una visita. Al más puro estilo victoriano recuerda a la escuela Hogwarts de Harry Potter y es impresionante tanto su exterior como su interior. Una vez allí no desaproveches la oportunidad de pasear por los jardines botánicos adyacentes.

El mercado de Saint George puede ser una buena opción para cuando empiece a apretar el hambre. Es el ultimo mercado cubierto de estilo victoriano que queda en la ciudad. Tiene una oferta gastronómica variada, con puestos de comida más informal y algún restaurante. Los fines de semana suele estar animado también con algún grupo de música local.

Si aún te queda tiempo y ganas de ver algo más, puedes acercarte al castillo de Belfast, situado a unos 6km de la ciudad y muy bien comunicado por transporte público. Su localización, sobre la ladera de la colina de Cave Hill le aporta una de las mejores vistas panorámicas sobre la ciudad.

Y no puedes abandonar Belfast sin alternar en el archiconocido the Crown Liquor Saloon, uno de los pubs más bonitos de Reino Unido. Cuentan las malas lenguas que el mosaico con la corona que adorna el suelo de la entrada fue colocado por el dueño católico del salón como pequeña venganza hacia su mujer, protestante y responsable del dar nombre al pub en honor a la corona británica. De esta forma, la corona es pisada por todo aquel que entra en su local. Habladurías aparte, el estilo del Crown es único. Sus vidrieras exquisitas, el artesonado de sus columnas y muebles, fueron realizadas por artesanos llegados desde Italia para trabajar en la construcción de iglesias. Aún mantiene también bonitas y coloridas baldosas en sus suelos y auténticas lámparas de gas. Es una buena opción tanto como para tomar algo como para cenar en uno de sus elegantes reservados o “snugs”.

No hay que olvidar que Irlanda es tierra de leyendas, y eso incluye también a Irlanda del Norte. Sus impresionantes paisajes y bosques están llenos de mitos y misteriosas historias. Si dispones de más tiempo, te aconsejo que venzas tu recelo a conducir por la derecha y alquiles un coche, lo mejor de Belfast está fuera de la ciudad, y no a excesiva distancia. La calzada del gigante es uno de los imprescindibles si visitas esta región. Declarado Patrimonio de la Humanidad, este paraje natural es totalmente diferente a todo lo que hayas visto anteriormente. Las columnas de basalto, resultado de la actividad volcánica de hace 60 millones de años, constituyen un sendero que realmente parece formado por baldosas de un tamaño proporcional al que correspondería a un gigante. Puedes aprovechar el camino a la calzada para visitar otros sitios impactantes como el mágico Dark Hedges (la avenida de hayas cuyas ramas forman un túnel de luces y sombras, que ha sido escenario de la conocida serie juego de tronos), el puente colgante de carrick-a-rede-rope-bridge, sobre el que superarás el vértigo cruzando a 25m por encima del bravo oleaje, y el misterioso castillo en ruinas de Dunluce, donde según la tradición local habitan dos fantasmas atrapados en lo que queda de sus torres encantadas.

Los alrededores de Belfast albergan numerosos lugares fascinantes. Si eres amante de la naturaleza y te gusta el senderismo, otro plan interesante en la zona es disfrutar de un picnic recorriendo alguna de las rutas del parque natural de Tollymore, también escenario de la famosa serie juego de tronos. De camino puedes desviarte unos kilómetros para descubrir uno de los rincones secretos que esconde esta isla, la abadía de Inch. Es uno de los lugares más especiales a pesar de que tan solo quede de ella unas ruinas de estilo gótico del siglo XII acompañadas de un antiguo cementerio junto al lago.

Sin duda, esta región del norte de Irlanda esconde muchos rincones dignos de descubrir en una escapada que no te dejará indiferente.

 

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